El amor, del cual proceden todas las demás cosas buenas


Vemos, pues, que de este instinto y del amor que le acompaña, proceden todas las cosas buenas de la naturaleza humana: generosidad, gratitud, piedad, abnegación, verdadero amor al prójimo. Cuando ejecutamos acciones meritorias guiados por otra razón que no sea el amor, nuestros actos no son de ordinario tan nobles, pues obedecen al temor del castigo o son hijos de la esperanza de obtener una recompensa. El instinto de la lucha, así como su emoción correspondiente de cólera, tiene por fin principal remover los obstáculos que se oponen a la satisfacción de cualquier otro instinto. Así vemos que hasta los seres dotados de carácter más benigno, se vuelven terribles y feroces cuando el instinto de protección al débil se suma con el de lucha, siendo en extremo importante esta relación existente entre la ternura y la ira.

Cuando se indignan los hombres ante la contemplación de alguna injusticia o crueldad,, tales como la esclavitud, el maltrato de los niños y las mujeres, las matanzas de las guerras o las salvajes crueldades del fanatismo e intolerancia, el amor que a todos inspiran los seres desvalidos, juntamente con la cólera y el poderoso instinto de lucha, son los que hacen brotar en su pecho esta tan justa indignación, capaz de llevarlo a acometer las más descabelladas y románticas empresas.