La epopeya de una raza desaparecida


Carace, cacique supremo de las tribus charrúas, ha visto llegar hasta su río nativo naves desconocidas, y convoca a sus guerreros. Emboscados en la espesura, esperan que los navegantes desembarquen para atacarlos de improviso. El grupo expedicionario que baja a tierra es sorprendido y exterminado por los guerreros de Caracé; sólo se salva una mujer, Magdalena, que ha desembarcado con ellos y es presa codiciada del cacique, quien la hace su esposa. De esta unión nace Tabaré, el indio de ojos azules, personaje principal del poema.

Víctima de los malos tratos, sin haberse podido adaptar a la vida salvaje de los indios, muere Magdalena, y Tabaré, pequeño y desvalido, crece entre los indios creyéndose uno de ellos.

Pasaron largos años; otras expediciones llegaron a las playas del “río como el mar” y los españoles comenzaron la conquista y colonización de los territorios del Río de la Plata, fundando numerosas villas en las costas de los ríos y en todo lugar aparente para esa clase de empresas. Así, un día, en tierra de charrúas, sobre las márgenes del río San Salvador, afluente del Uruguay, fue fundado un villorrio. A los pocos años, la población, varias veces reducida a escombros, hablaba, bien a las claras, del indomable espíritu de esa raza guerrera y sanguinaria, así como del tesón de los conquistadores.