Otelo, el moro de Venecia


La ciudad de Venecia, aunque ahora no es más que una de las tantas hermosas ciudades de Italia, era antes la capital de una gran república, que enviaba embajadores a las más poderosas naciones del mundo, y ejercía dominio sobre otras muchas ciudades; sus barcos extendían el comercio veneciano hasta lejanos países, y sus soldados y marinos conquistaban colonias en diversas tierras. En aquella época, un moro, hombre de piel negra, natural del norte de África, llamado Otelo, era almirante de la flota de Venecia. En el transcurso de su vida reveló ser hombre de espíritu elevado y tan hábil, que fue enviado como gobernador a la isla de Chipre, la cual pertenecía entonces a la República veneciana.

Además de su gloria como marino tuvo Otelo la fortuna de captarse el amor de una de las más hermosas damas de Venecia, Desdémona, hija de Brabancio, senador o miembro del gobierno. Acaso parezca extraño que un moro pudiera ser amado por una dama que había despreciado muchos pretendientes más ricos que él; pero Desdémona se había fijado más en su noble alma que en su fisonomía, y su mayor delicia era escuchar los emocionantes relatos de las batallas en las cuales había tomado parte, de los lances arriesgadísimos en que se había encontrado y de las extrañas aventuras que le habían ocurrido en mar y tierra.