Utima vez que Guilliatt ve a Derruchette y final de esta trágica aventura


Había, en efecto, un hombre sobre la roca, donde permanecía inmóvil. Gilliatt había salido del puerto en su balandra, y miraba ansiosamente el lindo rostro de Deruchette. Hacía mucho rato que se hallaba allí en una especie de silla natural, excavada en la roca por la acción de las olas y que durante el flujo quedaba cubierta por el agua. Gilliatt, en sus pasados días de ensueño y de ilusiones, allí, soñando, se había sentado con frecuencia, hasta que la alta marea le bañaba los pies.

El mar subía también a la sazón; las olas llegaban a la cintura del hombre hacia el cual había Deruchette llamado la atención de su marido. El agua cubríale casi los hombros, pero sus ojos permanecían fijos mar adentro, donde el buque se iba empequeñeciendo. Relumbraba una extraña luz sobre los profundos y trágicos abismos. Allí estaba esperando Gilliatt la melancólica decisión de su destino, harto diferente de los sueños que había acariciado.

El buque se redujo a un punto en el horizonte, y al desvanecerse a lo lejos, desapareció también la cabeza de Gilliatt. Nada se veía sino el mar resplandeciente.