Presentación del maese Lethierry


Vivía en la ciudad de Saint-Sampson, en la isla de Guernesey, un viejo marino llamado maese Lethierry. El encanto de su vida, su principal y único cuidado estaba cifrado en su bellísima sobrina, Deruchette, cuyo porvenir aspiraba a hacer tan dichoso como lo consintiera el honrado trabajo que realizaba.

Hombre de fuerza nada común, acostumbrado durante toda su vida a los más rudos ejercicios corporales, y dedicado a la fatigosa tarea de construcción de buques, habíase encontrado a los cincuenta años conque no podía ya levantar con una sola mano su yunque de ciento cincuenta kilos. Esto le hizo comprender que no era ya tan joven y vigoroso como antaño y que no debía perder tiempo en reunir cuanto antes una pequeña fortuna para su sobrina.

No era solamente maese Lethierry un hombre de valor, como había probado por espacio de mucho tiempo luchando con el furor de las olas, puesto dado ya que, dotado también de muy buen sentido, se lo ocurrió una nueva idea, para cuya realización estaba dispuesto a gastar hasta el último céntimo que poseía.

Imaginó, pues, dedicarse por completo a la construcción de un buque de nuevo género, que en vez de moverse como los que construyera antes, por medio de las velas, lo haría mediante una extraña máquina que funcionaría por la acción del vapor. De esta suerte día tras día, en su astillero de Saint-Sampson, dedicó toda su destreza y consumió todo su dinero en la construcción de un nuevo barco; y cuando, por fin, llegó el poderoso mecanismo y fue colocado en su sitio, sintióse tan lleno de cariño hacia la Durande, que con este nombre fue bautizada la embarcación, como el que sentía por su adorable sobrina Deruchette.