De cómo Gilliatt, el pescador, comienza su batalla con el mar en las temibles rocas de Douvres


El examen demostró que la popa, con su preciosa maquinaria y las ruedas de paletas, se hallaba intacta y se sostenía firmemente entre las rocas saledizas, mientras la proa estaba quebrada y hundida en el mar. Rápidamente el bravo pescador marcó su situación y echó sus planes.

Una gran dificultad se le ofrecía, y era encontrar un abrigo donde su balandra pudiera hallarse segura. Al llegar el reflujo, había comunicación entre su barco y el lugar del naufragio, saltando de roca en roca, pero en la alta marea quedaba cortada toda conexión; y como le era imposible albergarse en el vapor, tuvo que escoger la cima del más elevado de los dos pilares para refugiarse durante la pleamar, a cuyo objeto lanzó desde el buque naufragado su cuerda con nudos, que fijó por medio de un gancho en lo alto de la roca.

La primera noche durmió en una caverna de aquel peñón y se encontró al rayar el día conque su provisión de víveres se había sumergido en el mar, mas no por eso se desalentó, y después de alimentarse con algunos mariscos, se entregó desde luego a su tarea.