Tancredo combate contra su amada Clorinda creyéndola hombre


La princesa Clorinda, que estaba también en la ciudad sitiada, era famosa, no sólo por su belleza, sino también por su valor. Veíasela cubierta, como un hombre, de armadura, y no había caballero más temido que ella en las batallas. Era hija de la reina cristiana de Abisinia, pero el secreto de su nacimiento lo conocía tan sólo su anciana sirvienta, y en su infancia había sido llevada a Persia y educada en la fe del Islam. Y, aunque su madre lo deseaba, nunca había sido bautizada. Fue Clorinda quien dirigió el primer asalto desde la ciudad; montada en su corcel, con su blanca armadura, salió al frente de sus hombres, atacó un pequeño cuerpo del enemigo y dio muerte a su capitán. Creyéndola hombre, Tancredo salió del campo y se lanzó contra ella; y, en medio de la refriega, a la valerosa guerrera se le cayó el casco de la cabeza. De este modo reconoció Tancredo a su amada. Con rápidas y entrecortadas palabras le declaró el joven su amor, antes de que los separase el tumulto de la batalla.

Aquel día fue muerto uno de los grandes capitanes de Godofredo, y muchos creían que Reinaldo le sucedería en el mando. Pero un osado noruego ambicionaba para él aquel honor, e insultó a Reinaldo con venenosas palabras. Irritado el impetuoso caballero, desafió al atrevido, que mordió en breve el polvo. Pero no todo fue gloria para el vencedor. Godofredo ordenó que el matador fuera juzgado y castigado, y entonces Reinaldo, oyendo los consejos de sus amigos, montó en su caballo y se alejó del campo para siempre, según creía él en ese momento.