Cómo la galería practicada en la pared pudo servir para un gran objeto


Pero su inteligencia se había avivado, en los años que llevaba de frecuentar la sociedad de aquel hombre maravilloso que acababa de exhalar su último suspiro en aquella terrible cárcel. Ya no era el sencillo oficial del Faraón, sino un hombre dotado de una gran inteligencia de inmensos recursos y de una audacia sin límites, nacida de su situación desesperada.

Gracias a la comunicación establecida entre los dos calabozos, pudo Dantés enterarse de todo lo que pasaba en la celda del difunto abate. Coligió de todo ello que en su entierro no precedería ceremonia alguna y que el cadáver recibiría sepultura después de la puesta del sol. Cuando el médico hubo certificado la defunción del abate, trajeron los carceleros un gran saco, en el cual colocaron el cadáver completamente desnudo y dejáronlo así en el calabozo. Entonces fue cuando Dantés determinó jugarse la existencia para conseguir su libertad, y así como el abate le había salvado y socorrido en vida, así iba ahora, después de muerto, a servirle de medio para su evasión.