Orión y su luciente cinturón


Era Orion un gigante que quería a todo trance casarse con Hero, o Merope, hija de Enopion, rey de Chío; pero éste, que miraba con malos ojos al pretendiente de su hija, a causa de su desmedida estatura, con la esperanza de desembarazarse de su molesta persona, accedió al casamiento sólo con la condición de que librase a la isla de Chío de las fieras que la devastaban. Hízolo así Orion; pero su presunto suegro negóse a cumplir su promesa, y le hizo arrancar los ojos. Entonces Orion fue guiado por un herrero, a quien llevaba a cuestas, al lugar más a propósito para contemplar cara a cara el Sol naciente; y habiendo vuelto hacia él las vacías cuencas de sus ojos, inmediatamente recobró la vista.

Según una leyenda, Diana, celosa de él, mató a Orion con sus dardos; y según otra, su muerte fue producida por la mordedura de un escorpión que se alzó del suelo para castigarlo por jactarse de sus proezas como cazador. Transportado a los cielos brilla aún en el firmamento como una constelación de siete estrellas, con un cinturón reluciente ceñido a la cintura; y no lejos de él se ve a su perro Sirio. Hállaselo cerca de los pies del Toro, y se le representa a veces con una maza o una espada en la mano, y provisto de un escudo. Uno de los hechos que se le atribuyen es la construcción de un dique, en la costa de Sicilia, para contener las aguas; y otro, el haber fabricado un palacio para Vulcano en el interior de la Tierra, pues era muy entendido en el trabajo del hierro.

Cuenta la historia que, en Beocia, el gigante Orion dedicóse a perseguir a estas siete hermanas; pero las súplicas de éstas hallaron favorable acogida en el Olimpo, y fueron convertidas en palomas, y así se libraron de su persecución. Ahora están situadas a respetable distancia de él, en las regiones celestes, a espaldas del Toro, y detrás de sus cuernos protectores, que las defienden de los ataques de Orion.


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