Las mareas y el otro lado de la luna, que nunca vemos


Hemos dicho en varias oportunidades que la Luna nos presenta siempre la misma cara. Este hecho se debe a que la Luna gira en torno de su eje al mismo tiempo que da vueltas en alrededor de nuestra Tierra. Pero en los más remotos tiempos, cuando la Luna se separó, nuestro satélite quedó suspendido a poca distancia y giraba en torno de la Tierra en sólo cuatro horas, siguiendo en consecuencia al movimiento de rotación de la Tierra, Tanto el día terrestre, como el mes lunar, tenía entonces la misma duración de cuatro horas.

Sabemos cómo el efecto de atracción de la Luna sobre la parte líquida de la Tierra ha ido frenando poco a poco el movimiento de rotación. Si bien la Luna no tiene un manto acuoso en el cual puedan originarse mareas, en la época posterior a su origen el satélite se hallaba en estado fluido debido a su alta temperatura. Luego, en la Luna -que, por lo demás, estaba más cerca de nuestro planeta- debieron de generarse mareas en su fluido superficial, que fueron frenando su movimiento de rotación hasta el valor que tiene actualmente. No es, pues, una casualidad que la Luna emplee el mismo tiempo en girar en torno a su eje que en girar alrededor de la Tierra. Es simplemente consecuencia del efecto de las mareas, que a su vez se deben a la ley fundamental de la gravitación universal.

En la actualidad no existen mareas superficiales en la Luna, ya que posee una corteza sólida y está desprovista de agua. Es posible que existan, en cambio, algunas mareas internas en el núcleo fluido que haya podido subsistir. En ese supuesto, la Luna se frenará más todavía: su rotación será más lenta que su revolución en torno de nosotros, y podrá verse entonces su desconocido hemisferio. Como aquello ocurrirá en una época muy remota, la cara oculta de la Luna, ya fotografiada, habrá sido descubierta mucho antes por los exploradores interplanetarios del espacio que lleguen a nuestro satélite.