Los primeros hombres que intentaron navegar alrededor de la esfera terrestre


¡Perfectamente!, exclamaron algunos atrevidos marinos de aquella época: si la Tierra es realmente redonda como una bola y hay agua suficiente, navegaremos alrededor de ella. Saldremos de un extremo cualquiera con nuestras mejores naves y gran cantidad de provisiones, y nos dirigiremos siempre en línea recta, aunque no veamos más que agua ante nosotros; y si es cierto que es redonda, y navegamos bastante, y no se nos acaban las provisiones, daremos la vuelta a la bola y regresaremos al punto de partida, llegando a él por el extremo opuesto. Esto es lo que pensaban Cristóbal Colón y algunos de los marinos que lo acompañaron en su viaje. Pensaban que si la Tierra es redonda, navegando hacia Occidente podrían llegar a las Indias, de una manera más rápida que viajando por tierra o yendo por el sur de África. En aquella época los europeos designaban con el nombre de Indias, plural de India, a las tierras que se extienden hasta el extremo Oriente.

Con sus tres carabelas y una tripulación que le era adversa, pues los marinos, las gentes del pueblo, no creían en la redondez de la Tierra, sino que conservaban la vieja idea de suponerla plana, partió Colón de España navegando hacia Occidente, rumbo a lo desconocido.

Después de largos días de penosa navegación arribaron a una pequeña isla. Colón creyó realizado su propósito pues pensó que habían llegado a las Indias. ¡Lejos estaba de suponer que había recorrido sólo la cuarta parte del camino! Esto se debió a que Colón tenía una idea equivocada acerca del tamaño de la Tierra; la suponía más pequeña de lo que en realidad era nuestro planeta.

Pero si bien Colón no realizó lo que se había propuesto, su viaje tuvo extraordinaria trascendencia, pues se descubrió un Nuevo Mundo y se abrieron innumerables rutas para otros esforzados marinos.