El gran misterio del interior de la esfera terrestre


Pues bien: los antiguos creyeron que eso era indiscutible. En primer lugar, había esta Tierra tan dilatada, que nos daba el plano sobre el cual vivimos y que se extendía en todas direcciones. Los hombres inteligentes de entonces comenzaron a considerar todo lo demás que constituye este mundo, como situado en el mismo plano en que ellos vivían, o encima de ese plano, como el firmamento, o debajo de ese plano. No les fue posible penetrar a gran profundidad, a causa de las dificultades que ofrecían las excavaciones; pero, ya que existía un encima, supusieron que lógicamente debía existir un debajo.

Creyeron que en algunas partes del mundo les sería posible observar lo que encierran las regiones inferiores de la Tierra, y llegaron a adquirir el convencimiento de que las entrañas de la misma eran muy calientes, y ardían. Ahora bien: ¿cómo lograron saber esto? Hay, diseminados por la superficie terrestre, una porción de grandes agujeros que se hallan situados, por lo general, en las cumbres de las montañas. Estas montañas llámanse volcanes, y los agujeros cráteres. A veces, los volcanes entran en erupción y vomitan por sus cráteres la materia ardiente que asciende de sus entrañas, acompañada de una cantidad de humo y fuego. Parecía, pues, verosímil, que lo que llamaban el mundo subterráneo (esto es, la parte que se halla debajo del plano de la Tierra), fuera un lugar muy caliente, en el que el fuego existía.

Ya tenemos, pues, una idea clara del lugar llano que era la Tierra, para los que creían en aquellas antiguas teorías: un encima, hacia los cielos, y un debajo, hacia las regiones inferiores: pero la mayor parte de todas estas ideas no son más que desatinos, y cuando más creyeron los hombres en ellas tanto más desatinos inventaron.

Parecía ser cierto que la Tierra era plana, y si había otra cosa, además, que también parecía cierta, era que la tierra no se movía. Como no sentimos que la Tierra se mueva bajo nuestros pies, no podemos imaginarnos que se mueve. Si dirigimos la vista hacia "arriba", hacia las estrellas, y las miramos con cuidado durante toda la noche, nos parecerá que suben del límite de la Tierra, en una dirección que llamamos Este u Oriente. Luego, parece que viajan por el cielo, y después descienden hacia el otro extremo de la Tierra que llamamos Oeste u Occidente.