Un corte en la corteza terrestre


SI pudiéramos hacer un corte en la corteza terrestre, en primer lugar, hallaríamos los restos de animales que viven en nuestros días, así como las armas y útiles usados por los hombres primitivos.

Hallaríamos después los restos del mamut, del gran alce irlandés y del rinoceronte lanudo, que vivían en un tiempo en que la mayor parte de la Tierra estaba cubierta de inmensos ventisqueros.

Luego veríamos los fósiles do animales enormes y de seres más pequeños, como los antepasados de nuestros caballos, que vivieron hace más de un millón de años.

Más abajo notaríamos los restos del colosal mastodonte y de una especie de tigre, el smilodón. cuyos grandes colmillos eran como los de la morsa actual.

A continuación podríamos observar las rocas calcáreas, con sus restos de reptiles gigantescos, dragones alados y varias clases de pájaros.

Seguidamente advertiríamos los restos de enormes "peces-lagartos", cuyos cuellos eran como los de las serpientes, y que vivieron hace seis millones de años.

Encontraríamos después los terrenos carboníferos, con sus vestigios de los inmensos bosques, que se han convertido en carbón mineral, en el transcurso de los milenios.

En otra capa todavía más profunda descubriríamos los restos fósiles de peces que existían en los tiempos en que casi todos los seres vivían en el mar.

Debajo de esta capa también encontraríamos peces fósiles y entre ellos los primeros animales que tuvieron una verdadera espina dorsal.

Descendiendo aun más. se ofrecerían a nuestra vista los restos de animales provistos de concha y las algas que vivían hace treinta millones de años.

Por último veríamos las huellas de los primeros seres vivientes, junto con las rocas duras, formadas por el fuego, o sea de origen ígneo, que son las más profundas.

Como se ve, el fenómeno de enfriamiento tiene mucho que ver con la gran variedad de rocas y minerales que se ofrecen al estudioso. Al analizar una roca o un mineral, el hombre de ciencia puede deducir su historia remota, es decir, las etapas por las que pasó en su formación.

Si ahora pensamos en que la solidificación del material os sólo la etapa inicial en el proceso, podemos imaginar la larga serie de transformaciones que pueden sucederse con posterioridad. Las presiones intensas, el calor, la acción de aguas hirvientes y cargadas de agentes químicos, van modificando poco a poco la estructura de las rocas. Los simples agentes mecánicos tienen gran importancia en la separación de los componentes.

El agua que castiga de continuo a una roca formada por cristales de distinta naturaleza, destruye con más facilidad el material más blando y deja en libertad al más resistente. Se comprende también que arrastra más lejos al material liviano, mientras el más pesado queda cerca del lugar de origen. Procesos como éste dan nacimiento, partiendo de rocas primitivas, a la arena y a la arcilla, por ejemplo. Estos materiales, a su vez, sometidos a grandes presiones durante largo tiempo, pueden transformarse en rocas consolidadas, con distinta contextura, pero que revelan su origen ante los ojos del experto. ¿Acaso no hay grandes formaciones rocosas que se deben a restos de animales? Hemos visto cómo el nitro chileno es un derivado del guano que depositan las aves marinas; también hemos visto que ciertas rocas calcáreas no son más que restos consolidados de millones y millones de animales provistos de una concha de ese material.

Teniendo presentes todos estos datos, los geólogos han clasificado las rocas en ígneas, sedimentarias y metamórficas. Son ígneas las que se originaron por enfriamiento a partir de las altas temperaturas propias de los procesos volcánicos; sedimentarias, las formadas por depósitos de sustancias de distinta densidad, y metamórficas, si se modifican profundamente por los agentes naturales, las que provienen de la mezcla de las anteriores. Los yacimientos minerales no son más que depósitos que se han ido enriqueciendo con el tiempo, en particular por la acción de las aguas subterráneas.