Los trabajos que realiza lenta y apcientemente la naturaleza


En varias oportunidades nos hemos referido a un conjunto de estudios que corresponden a la ciencia llamada Geología. Esta ciencia trata de la historia de la Tierra y de la evolución de sus distintas capas y accidentes del terreno. Sabemos que, como toda ciencia, está muy vinculada a las demás, las cuales le brindan todos los datos necesarios. El geólogo necesita a veces conocer la resistencia o la densidad de ciertas rocas, y es la Física la que le soluciona el problema; otras veces necesita saber qué sustancias componen esa misma roca, y entonces recurre a la Química para que se lo aclare.

No es necesario repetir que la Matemática, que se ocupa de todas las relaciones que existen entre las cantidades, brinda de continuo su auxilio a todas las otras ramas del saber humano y también a la que nos ocupa.

En nuestras incursiones al terreno de la Geología, hemos destacado el papel que desempeña el agua en la historia de la Tierra; también aludimos a la existencia de rocas formadas por la acción del agua y de otras engendradas por la acción del calor. Vamos a trazar ahora una breve reseña de los principales fenómenos geológicos para estar suficientemente preparados y comprender lo que en el futuro nos enseñarán los científicos, puesto que si bien es cierto que muy importantes descubrimientos geológicos se realizaron ya, muchos más podrán efectuarse en el futuro con el apoyo de las ciencias auxiliares y nuevos instrumentos.

Los terremotos, las erupciones volcánicas y otros cataclismos, han conducido a un concepto completamente falso de la historia de la Tierra, idea que era asimismo admitida por la mayoría de los geólogos hasta no hace mucho más de un siglo. Solemos, en efecto, figurarnos que la formación de la corteza terrestre es obra de aquellos fenómenos violentos y excepcionales. Nada más advertimos digno de nuestra atención: y si acaso observamos que el cauce de un río aumenta de profundidad o de anchura, nunca imaginamos que cambios tan lentos y pequeños tengan una gran trascendencia geológica. Así, consideramos la historia de la Tierra del mismo modo que, hasta ahora, los historiadores han considerado la de la humanidad, fijando la atención en hechos de gran bulto y apariencia. Geólogos e historiadores deberían, por tanto, tener presente que, como dice un célebre escritor, un árbol crece lentamente en la selva durante varios siglos sin que nadie lo advierta ni le dé importancia; pero, si un día lo destruye repentinamente un rayo, todo el mundo comenta el suceso.