El electroscopio nos dice que hay estrellas calientes y frías


Aunque todas las estrellas poseen la misma clase de átomos, los espectros revelan diferentes caracteres físicos. Tanto la proporción de los elementos, como la temperatura superficial de las estrellas, quedan revelados a través del espectroscopio. Si al estudiar el espectro de una estrella se observa que la parte más brillante del mismo se halla en la región del color rojo, la estrella de que se trata es relativamente fría; si, en cambio, la parte más brillante del espectro se halla en el extremo azul o violeta, es muy caliente. Según el aspecto que presentan los espectros, las estrellas han sido clasificadas en diversos tipos, y sus temperaturas, en general, dependen del elemento químico que predominan en ellas. Así tenemos estrellas blancas y blanco azuladas, sumamente calientes, que poseen temperaturas de más de 20.000° C; estrellas novas y nebulosas planetarias -que consisten en una masa gaseosa que se hace luminiscente por la presencia de una estrella excitatriz- de espectro variable, que poseen temperaturas de 10.000 a 15.000° C; estrellas de helio, de unos 10.000° C, y otras de hidrógeno, con temperaturas de 10.000 a 8.000° C; estrellas que poseen espectros análogos al de nuestro Sol y que deben de parecerse a nuestro astro: poseen unos 6.000° C de temperatura; estrellas de calcio, de 8.000° C, y otras con átomos metálicos, que poseen temperaturas de 4.000° C. Hay también estrellas de titanio, de carbono y de circonio, que son relativamente frías, y cuyas temperaturas oscilan alrededor de los 3.000° C.

El estudio que han hecho los astrónomos ha permitido descubrir que el tamaño de las estrellas es muy variado; el tipo de las estrellas, que se relaciona con sus temperaturas y con su color, también guarda relación con el tamaño. Así es como se ha determinado la existencia de estrellas gigantescas de color rojo; estrellas gigantes de color azul; estrellas enanas de color rojo, y estrellas enanas de color blanco.

Como las estrellas pierden constantemente calor por radiación, tienden a enfriarse; cuando se detiene el proceso que mantiene la energía, por agotamiento de los elementos que se desintegran, la estrella comienza a perder rápidamente temperatura. Sucede finalmente que deja de ser luminosa. Se transforma en un astro muerto, apagado.