Un hilo maravilloso que dio al mundo una nueva luz


Presentósele enseguida el más importante de todos los problemas, cual era el hallar la materia más conveniente para construir el filamento. El carbono empleado en las lámparas de arco voltaico era demasiado grueso y se quemaba demasiado pronto, y lo propio les ocurría a los construidos con otros metales, como el platino, por ejemplo. Ensayó Edison una sustancia tras otra, pero ninguna duraba más de diez minutos. Llevaba ya dedicados muchos meses a esta tarea, y había gastado ya más de 40.000 dólares sin el menor resultado, cuando un día decidió recurrir nuevamente al carbono y trató de carbonizar el algodón de coser. Y júzguese de su alegría cuando, al hacer pasar por él la corriente eléctrica, produjo el algodón una luz clara y brillante y ardió por espacio de cuarenta horas. Quedó con esto sentado que el carbono era la materia más a propósito, pero restábale averiguar cuál era la forma más conveniente en que debía empleárselo; esto es, descubrir cuál podía ser la sustancia que, convertida en carbón, diese mejores resultados para la lámpara de su invención. Después de realizar miles de ensayos, cogió' un día uno de esos abanicos hechos de una hoja de palma y observó que estaba atado con una tira de bambú desgajado. Cortó un trozo de este bambú, lo carbonizó y al probarlo obtuvo mejores resultados que nunca. Acto seguido comisionó a una persona para que fuese al Japón y le trajese bambú como aquél; pero, como no estaba seguro de que fuese aquélla la mejor calidad existente, dispuso que se practicasen investigaciones al efecto en el mundo entero.