Aparece Don Quijote, obra cumbre de las letras castellanas


El 26 de setiembre de 1604 concede Felipe II, rey de España y sus Indias, licencia para la publicación de sus obras. Don Quijote, si no le reportó fortuna (pues su venta apenas le dio para vivir medianamente), hizo surgir en cambio de un golpe el nombre de Cervantes a la vida literaria del mundo entero. Sucesivas ediciones circularon en las posadas y los palacios, en las covachuelas y en los bufetes, en los cuarteles y en las aulas de la juventud. Cervantes no había vivido en vano, por lo tanto, sus veinte años de malandanzas.

A pesar de que la gloria le alcanzara en vida, no cesaría la zozobra de ser su escudera fiel. En 1605, en Valladolid, donde habita con su familia, frente a la puerta de su casa es herido un señor Ezpeleta. Lo recogen en la casa de Cervantes; dos días después mucre y es acusado el dueño de casa, por envidiosos enemigos, de ser el autor del crimen. Pero la justicia obra con la honestidad propia de su función, y sale absuelto del proceso.