UN MUDO QUE HABLA PARA SALVAR A SU PADRE


El opulento Creso, rey de Lidia, tenía un hijo mudo a quien ningún médico había podido dotar del uso de la palabra. Apto, no obstante, para luchar en favor de su patria, como simple soldado, se unió a una expedición contra los persas, mandada por su mismo padre, quien tuvo la desgracia de perder la batalla y de ser hechos prisioneros ambos. Los persas no conocían a Creso, aunque procuraban descubrirlo, y era difícil también reconocerlo entre los demás, porque se había mezclado entre la muchedumbre de los prisioneros. Pero uno de los soldados se le acercó airadamente con intención de matarlo, así como los otros desahogaban su rencor en los demás infortunados; mas viose en esto acercarse al hijo de Creso, el cual, haciendo un esfuerzo sobrehumano, dijo confusamente: “No lo matéis. Ése es Creso”.

El hecho, al parecer increíble, está tomado de la historia y parece rigurosamente comprobado. Demuestra lo que puede un arranque poderoso, un esfuerzo sobrehumano, para pronunciar aquellas palabras con las que el hijo quería salvar a su padre de una situación tan peligrosa.