UN HÉROE INTEGÉRRIMO DE LA ANTIGUA ROMA


Alcanzó Roma su poderío por ser sus ciudadanos hombres honestos, sencillos, duros para el trabajo, amantes de su patria y bravos combatientes, y estar además sabiamente gobernados. En sus comienzos, aquel pequeño Estado se hallaba rodeado de enemigos, y los hombres tenían que abandonar sus haciendas para defender la ciudad.

Uno de los más valientes entre aquellos primeros romanos fue el labrador y estadista Curio Dentato, que había peleado contra Pirro y vencido a los samnitas en sus altos valles de los abruptos Apeninos. Tan estimado era de sus conciudadanos que fue elegido por tres veces cónsul o gobernador del Estado, y alcanzó dos veces los honores del triunfo, que era la mayor distinción para un romano.

Pero cuando la guerra terminaba, Dentato retirábase a su granja y trabajaba en los campos con sus jornaleros, hasta que lo llamaban otra vez; era hombre fuerte, cuyo carácter imponía respeto, y vivía como un simple campesino, para quien no tenían el menor atractivo ni el lujo ni las comodidades que ofrecía !a ciudad.

Una vez los samnitas le enviaron mensajeros portadores de valiosos presentes de oro, con la esperanza de sobornarlo y atraerlo a su causa. Halláronle los emisarios en su casa de campo cociendo nabos en una cazuela de barro. Cuando Dentato vio el oro, se echó a reír y se negó a recibirlo diciendo que su deseo era imponer su mando sobre aquellos que vivían en la opulencia mientras él continuaba en la pobreza, y que jamás habría de ceder en la batalla sobornado por dinero. Los samnitas, avergonzados, se llevaron los presentes que habían traído, y que de nada sirvieron ante la integridad de aquel hombre.

En la integridad de hombres como Curio Dentato, capaces de resistir las tentaciones y los halagos de la riqueza, se basó la grandeza de Roma.