HEROICA DEFENSA DE LATHOM HOUSE


Uno de los episodios más brillantes de la guerra civil inglesa es la valiente defensa de un castillo, llevada a cabo por una mujer. Al marcharse Jacobo, que llevaba el título de lord Derby, piara unirse a las tropas del rey Carlos, dejó a su esposa Carlota, hermosa hija del noble francés Claudio de la Trémouille, en su castillo de Lathom House, con una guardia de 300 soldados y algunos criados, muy ajeno de pensar que hubiesen de llegar al castillo las fuerzas del Parlamento. En efecto, Lathom House, en Lancashire, además de estar rodeado de un muro de cerca de dos metros de grueso, tenía para su defensa nueve torres, cada una de ellas con seis piezas de artillería, una empalizada y un foso; pero el ejército del Parlamento, decidido a apoderarse de este castillo, lo cercó, levantando una trinchera a una distancia de doscientos metros.

El 27 de febrero de 1644, se hizo cargo del sitio el general sir Tomás Fairfax, y al otro día transmitió a la dama, ladi Derby, un mensaje del tenor siguiente: “El Parlamento envía a S. E. esta orden, requiriéndole que entregue Lathom House bajo honrosas condiciones, y declara que hará gracia al esposo de S. E., si éste se somete a la autoridad del Parlamento”.

-Me maravillo en extremo -replicó la condesa valerosamente al portador del mensaje- de que sir Tomás Fairfax me exija que entregue la casa de mi esposo, sin haber éste injuriado en nada al Parlamento. Ve y di a sir Tomás que necesito una semana de tregua, para reflexionar acerca de su proposición.

Fairfax, suponiendo que la respuesta de la dama era sólo un artificio para ganar tiempo, envió un nuevo mensaje, en que rechazaba la proposición de la condesa y la invitaba a ir a otra casa de lord Derby en New Park. Y terminaba la carta con estas palabras:

“Yo mismo la llevaré en mi propio coche, y, una vez allí, mis coroneles y yo discutiremos con S. E.”

Ladi Derby rechazó también sin vacilar semejante proposición.

-Mi nacimiento, mi sexo y el honor que debo a mi esposo, exigen que vengáis vos a verme, no que vaya yo.

El sitio continuó. Ladi Derby izó la bandera realista en la Torre del Águila, la más fuerte del castillo, y dirigió la defensa con energía y valor, pero al propio tiempo, con una calma imperturbable. Ordenó varias salidas, en las cuales los sitiados hicieron algunos prisioneros, con muy poca pérdida de su parte. Durante todo el mes de abril, el cañón y el mortero llovieron balas encadenadas, piedras y barras de hierro contra la torre, pero sin producir apenas efecto. En una ocasión un disparo arrojado por un gran mortero, fue a caer en el aposento donde se hallaba comiendo ladi Derby con sus hijos y oficiales. La heroína se levantó de la mesa, comprobó con gran satisfacción que nadie estaba herido y ordenó al punto otra salida. Rigby, sucesor de Fairfax, envió otra carta proponiéndole la rendición del castillo. La dama, haciendo pedazos la carta, llamó a su presencia al mensajero que se la había traído y exclamó:

-Como premio por haber sido portador de este mensaje, merecerías que te colgase a la puerta del castillo; pero te dejo en paz, porque reconozco que eres un loco instrumento de la soberbia de un traidor. Di al insolente y rebelde Rigby, que nunca conseguirá apoderarse de ninguna persona de mi familia, ni de mis bienes, ni de mi casa. Cuando hayamos agotado el último recurso, hallaremos un fuego más compasivo que Rigby: mis bienes y mi casa arderán a la vista de tu altivo jefe, y todos nosotros sellaremos nuestra religión y nuestra lealtad al rey en medio de las llamas, en las que mil veces más preferiremos arrojarnos que caer en vuestras manos.

Los soldados que se hallaban presentes exclamaron entusiasmados:

-Todos moriremos gustosos por vuestra honra y por la de S. M. el Rey.

El 25 de mayo, la condesa tuvo noticia de que el príncipe Ruperto iba en su auxilio, lo cual, oído por los sitiadores, los determinó a levantar el cerco dos días después.


Pagina anterior: CHURRUCA
Pagina siguiente: LOS HERMANOS DE VALIENTE