EL MONTÓN DE NIEVE


En la cima de una roca, situada en la cúspide de altísima montaña, habíase amontonado una pequeña cantidad de nieve, que, recogiéndose en su interior, comenzó a reflexionar y a decirse:
-¿No he de ser juzgada altanera y soberbia en este elevado sitio, siendo un montoncito de nieve, cuando en tan grandes cantidades la descubro en lugar más bajo? Ciertamente, mi escasez no merece esta altura, y bien puedo, por propio testimonio, escarmentar en lo que hizo el sol ayer con mis compañeras, que en pocas horas fueron por él derretidas, sin duda por haberse colocado a mayor altura de la que les correspondía. Huiré de las iras del sol, antes de que me derrita, y bajaré a buscar lugar más adecuado a mi exiguo volumen.
Y, despeñándose, comenzó a descender rodando, desde la cumbre, por encima de la nieve que encontraba al paso, aumentando así, cuanto más descendía, su volumen, y encontrándose, al terminar su carrera, sobre un collado casi tan alto como el que anteriormente ocupaba.

Quien se humilla será exaltado.