El que encontró la leche de cierva


Érase un joven llamado Yen, que amaba mucho a sus ancianos padres, quienes, a la sazón, se encontraban ya en absoluto débiles y casi ciegos por los achaques propios de la edad.

Consultado un doctor, manifestó que lo único que tal vez les salvaría sería la leche de cierva, pero ésta era carísima, para el escaso peculio de aquella familia.

Al llegar la medianoche, Yen, en medio de la oscuridad, mató a un ciervo, lo despojó de la piel, y cubierto con ella, fue luego al bosque, donde ordeñó a una cierva, cuya leche pudo llevar a sus enfermos padres, sin dispendio alguno de su modesto caudal.