Dos procesos distintos para lograr la energía nuclear


En el año 1905 el físico Alberto Einstein enunció una ley que no tardó en hacerse famosa. Dicha ley expresaba que toda variación de masa es proporcional a una equivalente energía, irradiada o absorbida, según que la masa disminuya o aumente. Esta ley permitía entrever la inmensa ocurría un curioso fenómeno: se obtenían elementos nuevos con más de 92 protones en sus núcleos. Recordemos que el uranio se halla al final de la tabla periódica de los elementos químicos, con 92 protones en su núcleo atómico. El descubrimiento de Fermi significaba, entonces, que se habían construido en el laboratorio elementos que no estaban en la Naturaleza, y como debían figurar en la tabla más adelante del uranio, se los llamó transuranianos o transaránicos.

Estudiando estos elementos los sabios alemanes Otto Hahn y Fritz Strassman descubrieron la fisión del núcleo de uranio.

Cuando el núcleo de un elemento transuraniano, o el núcleo del U-235, captura un neutrón, se produce la partición de dicho núcleo en dos o más fragmentos, con lo cual queda liberada a su vez una considerable energía. Es este fenómeno el que se conoce como fisión nuclear.