También son mensajeros de lo infinitamente pequeño


Hay otra aplicación muy importante de los espectros, especialmente de los llamados espectros de línea. Y esa aplicación está relacionada nada menos que con la estructura atómica de la materia. El estudio del espectro del hidrógeno dio los datos más importantes que permitieron a los físicos elaborar una teoría de la constitución del átomo. La luz que emite el átomo, cuando se lo excita convenientemente, está relacionada con su estructura interna. De modo que esa luz trae un mensaje; interpretando ese mensaje correctamente, será posible imaginar cuál es la estructura del átomo. Y bien, ése fue el camino que siguieron los científicos. En primer lugar, los espectroscopistas, es decir, los que estudian los espectros luminosos, analizaron y clasificaron con cuidado las líneas del espectro de los átomos. Luego, otros físicos, mediante esos datos aportados por la espectroscopia, concibieron una estructura del átomo.

De esta manera, el hombre penetró en el fantástico mundo de lo infinitamente pequeño, en ese mundo que ningún ojo humano ha visto, pero del cual el científico sabe tanto o más que del mundo de las cosas cotidianas. Nadie hubiera previsto las lejanas y revolucionarias consecuencias de la sencilla experiencia de Newton. El mundo de los astros ha sido puesto en nuestros días prácticamente al alcance de la mano.

¡Cuántas maravillas encierra, pues, un modesto rayo de luz! ¡Cuántas enseñanzas valiosas ha sabido extraer de él la mente inquisitiva e incansable del hombre! ¡Cuánto camino recorrido, cuántos esfuerzos empleados, cuántas vigilias agotadoras, desde el simple prisma de Newton hasta los modernos y gigantescos aparatos de bombardeo atómico, tremendamente complicados y costosos! Y, sin embargo, éste no es más que un aspecto de la lucha por el conocimiento y un más completo dominio de las fuerzas naturales.