Cómo es posible obtener fotografías en colores


La fotografía en colores ha alcanzado en la actualidad una popularidad considerable, debido a su perfección cada día mayor. Es sumamente interesante ver de qué manera es posible obtener hermosas fotografías de este tipo tan encantador.

Recordemos primeramente cómo está formada la máquina fotográfica común: consta simplemente de una lente con la cual se obtiene una imagen real sobre una pantalla en la que se coloca una placa o película sensible, sobre la cual se graba la imagen debido a un proceso químico provocado por acción de la luz. Después de esto se suceden diversos procesos químicos, a los que es sometida la placa, y que no nos interesan de un modo particular por el momento.

La máquina fotográfica para obtener fotografías en colores es una cámara especial. Posee tres placas que son impresionadas simultáneamente. Para el mejor entendimiento de lo que explicamos a continuación, préstese atención a este esquema imaginario: La placa R es impresionada directamente por la luz que proviene de la lente mencionada, en la misma forma que en la máquina ordinaria, con la única excepción de que antes de llegar a R, la luz atraviesa un filtro rojo -es decir, una sustancia que sólo deja pasar el rojo-. Sin embargo, antes de llegar a R, la luz que proviene del objeto que se fotografíe atraviesa dos espejos ligeramente plateados, colocados de manera que forman un ángulo de 45° entre sí. La porción de luz reflejada por el primer espejo pasa a través de un filtro verde -sustancia que deja pasar únicamente el verde- e impresiona la placa G. La porción de luz que atraviesa el primer espejo y se refleja en el segundo, pasa a través de un filtro azul e impresiona la placa A. Con estas tres placas, dispuestas de esta manera, se consigue que si la luz proviene de un objeto absolutamente rojo, impresionará solamente la placa R; si proviene de un objeto verde, impresionará únicamente la placa G, y si de un objeto azul, la placa A.

Estas tres placas son luego tratadas en la misma forma que las que se obtienen con la máquina común. Luego los positivos son coloreados, cada uno con un color separado: el R es coloreado con un azul ligero. Este efecto azul afecta solamente a las porciones opacas del positivo y deja las porciones transparentes incoloras. De la misma manera, G es coloreada de rojo y A de amarillo. De este modo se obtiene, en cada caso, que si el color era brillante en el objeto, el positivo correspondiente es transparente, y si en él faltara un color, se colorea con su color característico.

Después, los tres positivos así coloreados son superpuestos y se les hace llegar luz blanca. Si el objeto fotografiado era rojo, el positivo R es transparente, el A es amarillo y el G verde. Solamente la porción roja de la luz blanca con que ahora iluminamos puede atravesar las manchas amarillas y rojas; de esta manera, la porción de la imagen aparecerá roja. Para los otros dos colores primarios se realiza un proceso similar. Si el objeto fotografiado era blanco, los tres dispositivos son transparentes, de modo que la luz blanca los atraviesa sin ser afectada. Si el objeto fotografiado era negro, los tres positivos están coloreados, de modo que ninguna porción de luz puede penetrar las tres películas coloreadas. Tales porciones de la imagen se verán, por cierto, negras.

Este proceso que hemos indicado es simple y uno de los que existen en la actualidad para obtener imágenes fotográficas en colores.

Los rayos luminosos, al pasar de un medio a otro, suelen sufrir una desviación de su dirección, lo cual se llama refracción. Conviene no confundir esta palabra con la de reflexión, que significa doblar hacia atrás, mientras que refracción viene a significar algo como romper o quebrar hacia atrás. Cuando un rayo de luz pasa de un medio a otro, siempre, sin excepción, es refractado, y esa refracción se realiza cumpliendo determinadas leyes. Veamos ahora cómo se realiza el proceso de la visión. Toda la parte delantera del ojo viene a ser un maravilloso mecanismo cuyo objeto es refractar los rayos que penetran en él, de manera que vayan a dar en la retina o telón, situada detrás del ojo, de tal suerte que sobre su superficie se forme una imagen clara del objeto que estamos mirando. Se emplean, con el mismo fin, lentes de diversas clases. El uso de todas ellas, como la del microscopio, la del telescopio y la del objetivo de una linterna mágica, se funda en la extraordinaria facultad que poseen, en distinto grado, de refractar los rayos luminosos.

Cada sustancia refracta de manera distinta la luz; así. por ejemplo, el diamante es una sustancia que desvía mucho más que el agua los rayos que lo atraviesan. Se debe precisamente a este fenómeno el hecho de que el diamante aparezca como un objeto brillante cuando en realidad no lo es.

Pero los mismos rayos de luz difieren entre sí en lo tocante a su refrangibilidad o facultad de ser refractados, y el célebre experimento de Newton se funda en la refracción. Su prisma no era más que un medio de refractar los rayos de luz que lo atravesaban, y el éxito de su experiencia fue debido a que cada una de las distintas clases de luz es refractada en mayor o menor grado, siguiendo una variación regular. La producción del espectro depende enteramente del fenómeno ya descrito de la refracción.