Las células que nos permiten ver en colores


Es evidente, pues, que en las ideas de Hering se hallan mezcladas las propiedades físicas de la luz con la fisiología de nuestro ojo. Es que realmente resulta imposible comprender la visión de los colores desvinculándose del proceso mismo de la visión. Veamos, entonces, este mecanismo tan maravilloso.

Antes que nada debemos reparar en el siguiente hecho: únicamente podemos ver aquellos objetos que son proyectados por la luz en forma de imagen sobre la retina de nuestro ojo. En efecto, como bien sabemos, la visión es imposible en la oscuridad absoluta. Esa zona del ojo, sensible a la luz y donde se forman las imágenes cual si fuese la pantalla de una sala cinematográfica, se denomina retina. Está constituida por dos clases diferentes de células, y cada una con funciones también distintas. Se las conoce con los nombres de bastoncillos y conos; los primeros posibilitan la visión cuando la luz es muy intensa, o sea, en la semioscuridad; los conos, en cambio, actúan cuando la luz es intensa, como ocurre durante el día.

Lo que nos interesa para nuestra cuestión es que, de los dos tipos de células únicamente los conos son sensibles a los colores o como también se dice, al cromatismo, Pero ¿tendrán estas células la posibilidad de reaccionar de una manera distinta o independiente para cada color? No, hemos visto ya anteriormente que cada par de colores opuestos tiene en nuestra visión un mismo proceso, y, como Hering distinguió sólo tres pares, es evidente que los conos deben tener tres procesos primarios de reacción ante el estímulo.

Es notable, pues, cómo nuestro ojo, con sólo tres procesos de visión distintos, nos hace posible participar de esa inmensa gama de coloridos que la Naturaleza prodiga exquisitamente en todas direcciones.

Pero no sólo Hering supuso para la retina esta simplicidad en su mecanismo. Mucho antes que él, T. Young atribuyó a la retina la particularidad de ser sensible esencialmente a tres colores, y por tal motivo se la denominó teoría tricromática de la visión. Para Young los colores eran simples, y consideró como primarios fisiológicos el rojo, el verde y el violeta.