El vidrio presta una grandísima utilidad a la óptica


Podemos afirmar, pues, que no siempre los cuerpos están donde los vemos; ahora nos preguntamos: ¿tendrán los objetos el tamaño que aparentan? Antes de responder a esta cuestión, vamos a hacer algunas aclaraciones que nos facilitarán seguramente la interpretación.

La desviación de la trayectoria de un rayo de luz no sólo se produce cuando él incide sobre una superficie, sino también cuando pasa de un medio a otro. En efecto, en el primer caso se dice que ha habido una reflexión, y en el segundo que la luz se ha refractado. Nos interesa ver qué efectos causan los desvíos correspondientes a la refracción.

La luz puede atravesar los cuerpos con mayor o menor facilidad, según sea el material de que se componen. Puede, sin embargo, hacerse una distinción global denominando transparentes a los que permiten el paso de la luz con facilidad, y opacos a aquellos que, por absorberla en su interior, le impiden salir.

El vidrio, que es un medio transparente, ha sido un gran aliado de la óptica y ha permitido la realización de numerosas aplicaciones. Son maravillosos los fenómenos que puede producir la luz al atravesar un cuerpo de vidrio; dichos fenómenos varían simplemente según sea la forma que aquél tenga: lámina de caras paralelas, lente, prisma, red de difracción, u otra de las muchas usuales.