Tres elementos diferentes en un solo propósito


Cuando en el teatro comienza el concierto, casi instantáneamente, en nuestro hogar, oímos la música como si estuviésemos en la primera fila de la platea. Ya no nos sorprende esta maravilla, porque es habitual en nuestra vida diaria; pero sin embargo es sorprendente: veamos cómo colaboran en esta operación tres elementos que se unen en un propósito común y participan los tres por igual en la radiación del concierto que luego habremos de escuchar.

Toda transmisión radiotelefónica es posible en virtud de un equipo transmisor, cuya misión consiste en captar los sonidos e irradiarlos inmediatamente al espacio, pero transformados en ondas electromagnéticas. Dichas ondas se encargan de la segunda operación, o sea, transportar hasta nuestro hogar, a través del espacio, el mensaje que les confió el equipo de transmisión. Así las ondas radio-eléctricas llegan hasta nuestra antena, que las capta y las introduce en nuestro receptor de radio. Comienza entonces la labor del tercer elemento, esto es, el equipo receptor. Su misión consistirá en transformar el mensaje que traen las ondas electromagnéticas en vibraciones acústicas o sonoras. De esta manera, mediante la paciente labor de estos tres elementos: equipo transmisor, ondas electromagnéticas y equipo receptor, nosotros podemos oír, cómodamente instalados en nuestro hogar, toda la belleza de matices del concierto que se ejecuta en el escenario del teatro.