El efecto causado por una tota de música en un jarro de agua


No estaría en lo cierto quien llegase a creer que todas las cajas de resonancia son igualmente buenas. Hay, por el contrario, ciertas cajas de resonancia que responden a determinadas velocidades de vibración y respecto de las cuales son simpáticas, por decirlo así, según vimos al tratar de las vibraciones simpáticas de las cuerdas de un piano. Si tomamos un recipiente largo, lleno de agua hasta cierto nivel, y hacemos sonar un templador a corta distancia de la superficie líquida, es posible que el sonido aumente considerablemente en riqueza e intensidad, pues el recipiente hará las veces de caja de resonancia. Si entonces añadimos o quitamos un poco de agua, sosteniendo siempre el templador encima del recipiente, no observaremos diferencia alguna en el sonido, o, por lo menos, esta diferencia será muy insignificante.

Es posible, de este modo, construir instrumentos de diversas clases, compuestos de una serie de cajas de resonancia colocadas ordenadamente. Si hacemos arder unas llamas pequeñas frente a la boca u orificio de las cajas, esas llamas oscilarán cuando vibre la caja de resonancia correspondiente y únicamente en este caso. Así es que, en cierto modo, podemos «ver» los armónicos, y por lo tanto, descubrir su presencia, a pesar de que no pueda descubrirlos nuestro oído. Esto se llama afinar las cajas de resonancia. El primero en estudiar el asunto fue el físico alemán Germán L. F. von Helmholtz.

Pero la afinación de los resonadores se practica desde tiempos muy anteriores a los de Helmholtz; lo que hay es que él tenía conciencia de lo que hacía, mientras nosotros afinamos diariamente nuestras cajas de resonancia sin darnos cuenta de ello o por rutina. Por muy maravillosos que sean los demás instrumentos musicales, y especialmente el violín, que en manos de un gran maestro puede llegar a ser algo sublime, a todos supera la voz humana, pues no se ha inventado ningún otro instrumento en que, al par que se produzcan los sonidos se vaya afinando la caja de resonancia. Como todo cuanto encierra la Naturaleza, una caja de resonancia no puede crear nada: no hace sino hacer resaltar o poner de manifiesto una cosa que ya existía.