La decoración esculpida y las artes del color


En las iglesias bizantinas la decoración, por lo general, se concentra en el interior. Uno de los rasgos esenciales del arte bizantino es la ausencia casi total de la escultura monumental. La figura humana fue excluida, salvo en obras de pequeñas dimensiones o en placas de metal y marfil. La escultura, reducida a elemento complementario, quedó circunscripta, en el interior de las iglesias, a los capiteles, cornisas, sarcófagos, muebles y placas de mármol. El principal motivo decorativo siguió siendo el antiguo acanto de los griegos, plantas y animales simbólicos: vid, paloma, pavo real o motivos geométricos, condicionados de acuerdo con una distribución oriental.

La pintura también tuvo en Bizancio carácter decorativo como complemento de la arquitectura; en ella predominaron el blanco, negro, oro. rojo y violeta. El manejo del color fue uno de los grandes aportes de su arte. Tal afición se manifestó do maneras distintas en pinturas murales, mosaicos, iconos, miniaturas, esmaltes, tejidos, orfebrería, etcétera.

Para la decoración de muros y bóvedas de las iglesias, los artistas prefirieron durante mucho tiempo los mosaicos, cuyos cuadros, formados con pequeños cubos de mármol, piedra o cristales coloreados, tienen las ventajas de su larga duración y de una riqueza de tonos muy superior a la de los frescos, que empezaron a ser usados mucho después. El procedimiento de los mosaicos fue empleado también para pequeños cuadros religiosos portátiles, los iconos, imágenes de santos, que llegaron a ser una de las expresiones artísticas más valiosas de Bizancio.

Las figuras de los santos se alargan desmesuradamente, como si quisieran desprenderse de la materia para convertirse en pura expresión del espíritu. Dichas imágenes se distinguen, además, por la forma peculiar de los pliegues paralelos de los paños de la vestimenta, que así realzan la elegancia de las líneas.

La miniatura iluminada fue otra de las expresiones de las artes del color que se desarrollaron entre los bizantinos. Según el contenido de los manuscritos, religioso o profano, antiguo o cristiano, o el carácter y origen del iluminador, estas miniaturas reflejan una tradición helenística o bien representan escenas de duro realismo.