La arquitectura árabe es muy rica en recursos


Un nuevo tipo de arquitectura, distinta de la que estábamos acostumbrados a ver en Occidente, comenzó a desarrollarse en Arabia, y se extendió por todo el mundo islámico hasta arraigar con fuerza en España, donde tuvo nuevas proyecciones.

Dicho estilo es conocido, indistintamente, como musulmán, árabe, mahometano, morisco o sarraceno.

Lo que más interesa en el estudio de la arquitectura de los árabes son los cambios que sufrió en los distintos países sometidos. Como eran pueblos del desierto que vivían en tiendas, desconocían los secretos de la construcción en piedra; por eso los edificios más importantes de los primeros tiempos los levantaron arquitectos extranjeros. Así, por ejemplo, una de las mezquitas más antiguas. La Casa de la Roca, en Jerusalén, del año 691, fue erigida por arquitectos bizantinos, en tanto que la mezquita de Aksa, también en Jerusalén, es de estilo romano, pues inicialmente fue la iglesia cristiana consagrada a la Santísima Virgen María, Madre de Dios.

Los árabes tuvieron la particularidad de adoptar algo de la arquitectura propia de los países sometidos, y así originaron estilos híbridos, como el morisco-egipcio, el morisco-español y el morisco-índico; sin embargo en todos ellos hay algo que los acerca y vincula entre sí.

En el Califato de Bagdad, donde sólo se conocía el ladrillo, los arquitectos, retrocediendo al antiguo método babilónico, construyeron bóvedas. En el siglo xiv, después del establecimiento de los mamelucos en Egipto, se desarrolló otro estilo independiente de arquitectura musulmana, como la Tumba de ¡os Califas y la mezquita del Sultán Hasán, construidas en El Cairo, por arquitectos sirios que utilizaron las sólidas losas de piedra provenientes de los antiguos monumentos egipcios.

Entre las múltiples mezquitas de los árabes, que se distinguen por su grandeza y estilo, las más importantes de todas se encuentran en El Cairo, tales como la de Kait-Bey, que es la más hermosa. En un mismo nivel de valores figuran la mezquita de Ornar, en Jerusalén, y la Gran Mezquita de La Meca.

También se conservan algunas tumbas en buen estado, como la de Zobeida, esposa de Harun-Al-Rashid, califa de Bagdad que vivió en el siglo ix y se inmortalizó a través de las maravillosas narraciones do Las Mil y Una Noches. La tumba de Zobeida es de planta octogonal con un extravagante techo piramidal. Fue levantada cuando Bagdad estaba en su apogeo.

En la India se destaca la maravillosa tumba de Taj-Mahal. Los árabes lograron en España un estilo propio, del que después se derivaron el mudejar y el mozárabe.

Dentro de la arquitectura árabe podemos considerar construcciones religiosas, mezquitas y tumbas o turbes, y construcciones civiles, palacios o alcázares, colegios o medersas, hoteles del desierto o caravasares, y locales de negocios o bazares.

Rica en recursos, la arquitectura árabe es pintoresca y brillante; sus elementos decorativos, realizados en piedras y maderas, se complementaron con mosaicos vidriados, yesos, hierros, alfombras y tapices. Amantes de las formas geométricas, hábiles en la estilización de hojas y flores, estudiosos de su sistema de escritura y numeración, sus artistas enriquecieron de modo evidente el arte de la decoración con ese estilo que les es propio y cuyas obras conocemos con el nombre de arabescos.

Los arquitectos emplearon por lo general cúpulas sobre pechinas, de procedencia persa. Rompieron la monotonía de los edificios con elegantes torrecillas y vanos para puertas y ventanas con arcos de distinto tipo: peraltados, en herradura, lobulados, festoneados y en ojiva, figura arquitectónica formada por dos arcos iguales que se cortan en la parte superior, de donde toman también el nombre de arcos quebrados.