El cubismo: sus características y sus cultores más sobresalientes


El cubismo, que es, entre otras cosas, una vuelta del gusto hacia la austeridad y el despojo, nace alrededor de 1907; los pintores que aparecen en sus albores son Pablo Picasso, Jorge Braque y Andrés Derain. En el Salón de Otoño de 1911 se produce una manifestación conjunta de los cubistas, en la cual, además de los tres nombrados, exponen Fernando Léger, Alberto Gleizes, Juan Metzinger, Roberto Delaunay, Marcelo Duchamp, Santiago Villon, Juan Gris, María Laurencin y otros. Este grupo no permanece unido mucho tiempo, y después de la primera Guerra Mundial el cubismo, como movimiento de conjunto, se acaba, aunque quedan, sin embargo, cubistas aislados, quienes continuaron en este estilo.

Sorprenden ante todo en los cuadros cubistas su ejecución inexpresiva, inanimada, impersonal, y sus colores neutros. Toda búsqueda psicológica es descartada en ellos. Se geometriza la forma para darle más evidencia, pero el cubismo no es decoración como el fauvismo. Quieren representar el objeto como es y no como se ve, de ahí que adopten lo que se ha llamado "la visión alrededor", es decir, enfocar un objeto desde varios puntos de vista y poner sobre la superficie del cuadro como la proyección de todos estos puntos de vista. Por ejemplo, al pintar la cabeza de una persona, el cubista divide la cara en figuras geométricas y las coloca en distintas posiciones sobre tela. Puede hacer lo mismo con los lados de la cabeza, o con la parte posterior, y la pintura acabada podrá no guardar parecido alguno con la cabeza tal como lo vemos nosotros. Nada hay en el cuadro cubista que sugiera el movimiento natural, la velocidad o los cambios de luz. Para el espectador común, un cuadro cubista presenta dificultades, sin duda, pero quien lo contemple sin la intención d e encontrarlo parecido a un objeto real podrá descubrir en él muchos elementos agradables. No es nada fácil indicar la influencia del cubismo sobre todas las bellas artes, la técnica, la decoración, la moda, los oficios o el comercio de nuestro tiempo. Hoy nadie, desde luego, piensa en el cubismo cuando compra una corbata o elige un par de zapatos, arregla los muebles en su habitación o decide renovar las flores de su jardín, y, sin embargo, hasta en estas decisiones cotidianas del gusto se pueden encontrar influjos del cubismo, que propuso al ojo humano análisis, simplificaciones y relaciones de formas, y que hizo vibrar los sentidos estéticos naturales que responden al orden y a la sencillez.

Hubo una reacción contra el cubismo entre algunos pintores que, ignorándolo todo acerca de él, se dejaron llevar por una visión ingenua e inmediata de las cosas y decidieron expresar su "yo". Fueron espontáneos y primitivos. El público irritado contra los cubistas dispensó a estos primitivos una calurosa acogida. Los principales son Enrique Rousseau, llamado el aduanero Rousseau; Mauricio Utrillo y Luis Vivien.