Dadaísmo y suprarrealismo: Salvador Dalí


El punto culminante del subjetivismo exasperado y agresivo que se desencadenó alrededor de la guerra de 1914 fue el suprarrealismo. Pero antes hay que decir dos palabras de su pasado inmediato, el dadaísmo. Nacido también durante los años de esa guerra por obra de algunos artistas que interpretaron la tremenda matanza como la prueba del fracaso de la razón y del orden, este movimiento se propuso reírse de todo lo establecido y "escupir sobre la humanidad", como expresaron sus fundadores. En arte negaron toda estética, toda técnica, todo valor. En pocos años se negaron a sí mismos y el movimiento desapareció, pero había dejado el camino abierto para el suprarrealismo. Éste también constituye un desquite de la subjetividad contra la razón y contra los valores artísticos en sí, y desea usar los lenguajes del arte únicamente para expresar las inspiraciones experimentadas por el nombre en su zona subconsciente. El suprarrealismo se basa en la creencia en el poder del ensueño y en el juego desinteresado del pensamiento. Tiende a minar todos los otros mecanismos psíquicos sustituyéndose a ellos en la solución de los principales problemas de la vida.

La pintura ha sido humillada por el suprarrealismo porque la utilizó para expresar cosas extrapictóricas prescindiendo de los valores plásticos. Algunos hábiles dibujantes como De Chirico han conservado a veces en sus cuadros ciertos valores, y otros artistas, como el español Miró, aun siendo suprarrealistas, han hecho buena pintura precisamente porque sus cuadros no son solamente un medio para informar sobre la vida subconsciente (o no lo son en absoluto) sino, ante todo, expresiones plásticas.

Otro español, Salvador Dalí, figura entre los suprarrealistas. En muchas de sus pinturas, pese a que el espectador puede reconocer fácilmente algunos objetos allí representados, la manera de figurarlos en sí mismos o en su relación con otros, así como la total concepción de la obra, resultan sumamente imaginativos y extraños. Algunos consideran suprarrealista a Pablo Klee, pintor suizo nacido en Münchenbuchsee, pero este artista, formado lejos del neorrealismo, del cubismo o del fauvismo e independiente de la escuela de París, constituye un caso absolutamente peculiar en la pintura de nuestro siglo y ha dejado una obra cargada de poesía que no puede ser ubicada en ninguna escuela y que, por otra parte, tuvo vastísima influencia. Sus cuadros parecen herméticos y recuerdan el dibujo de los niños; pero, contemplados más profundamente, introducen al espectador en un mundo poético encantador y de alta calidad estética.