Instrumentos de viento: maderas, nómina de los más comunes


Así explicaron los griegos la aparición de uno de los instrumentos de viento más antiguos. La forma más simple corresponde a la llamada flauta de Pan, con la que sátiros y faunos seducían a las diosas de la selva y el bosque. Se trata de una serie de cañas perforadas, vertical, que en cierto modo recuerda la típica quena del altiplano argentino-boliviano.

La que hoy se usa en los conjuntos sinfónicos es un cilindro metálico o de madera con embocadura oval: los agujeros circulares del cilindro se tapan con los dedos o con llaves especiales. Existen dos tipos bien definidos: la derecha o inglesa y la transversa o alemana. La combinación de varias flautas de este tipo de distinta longitud, ordenadas de mayor a menor, se llama siringa.

Variantes de la flauta son el flautín, más pequeño y agudo que ella, y el caramillo, especie de flautín de caña, madera o hueso, que tiene un timbre sumamente agudo.

Otra familia importante dentro de los instrumentos de viento es la del oboe, vinculado al pífano oriental y al aulos de los helenos. Se trata de un tubo cónico, dividido en tres secciones, con una embocadura especial que remata en una lengüeta doble de cañas unidas entre sí en el extremo inferior. Su timbre, triste y opaco, se adapta a la música de tipo pastoril.

Junto a ellos, está la familia del clarinete y del fagot, este último formado por un grueso tubo de madera, desarmable en cuatro secciones de más de un metro de largo. Su nombre, de origen francés, significa haz de leña. Su embocadura se asemeja a la del oboe, mientras que la del clarinete es biselada y tiene una sola hoja de caña.