La antigua música hebrea como puente entre la de oriente y la de occidente


Párrafo aparte merecen los hebreos por el intenso desarrollo que la música alcanzó entre ellos. Poco inclinados a las artes plásticas, tanto la música como la poesía encontraban allí entusiasta acogida. Jueces, patriarcas y reyes le prestaron particular atención y algunos de ellos hasta la cultivaron personalmente. Cuenta la tradición que el rey David, hacia el primer milenio antes de Cristo, inventó un arpa, que luego los griegos llamaron eólica, en homenaje a Eolo -dios del viento-, porque debía ser suspendida en el aire para que el viento del Norte, al herir sus cuerdas, le arrancara sonidos a cuyo arrullo conciliaba el sueño. Por lo demás, la Biblia ha recogido cantos litúrgicos -como los salmos del mismo rey David- que luego pasaron a la Iglesia cristiana. Por eso los musicólogos modernos han podido corroborar que una de las fuentes del canto primitivo cristiano es la música hebrea., tendiendo así un puente entre Oriente y Occidente.

Los sacerdotes de Palestina no descuidaron tampoco el aspecto mágico y fascinante de la música e hicieron de ella uno de los elementos esenciales de su liturgia. Parece ser, además, que el músico profesional existía ya en tiempos del rey David, pero el apogeo del arte musical correspondió al reinado de Salomón, durante cuyo gobierno el templo de Jerusalén llegó a tener un cuerpo de casi cuatro mil músicos-sacerdotes.

Los principales instrumentos hebreos fueron la trompeta, el cuerno o shofar, y una especie de flauta llamada chalil, a los que se agregaron el cinor, el cistro y los platillos.