Flandes; la patria de Carlos V

Este país, cuna del gran emperador Carlos I de España y V de Alemania, ve desarrollarse en el siglo xvi una arquitectura singular con riqueza escultórica, y colores obtenidos por el uso de ladrillos, piedras y pigmentos. Sus formas exteriores abundan en atalayas, chimeneas y torrecillas que recuerdan lo gótico que las precede. Y los interiores, donde se desenvuelven finas escaleras y decorativos hogares, reciben la luz del día a través de vidrieras, organizadas con hierro y plomo.

El destino de la edificación, toda ella realizada en las ciudades, fue servir como palacios comunales y episcopales, como residencias privadas y como mercados y lonjas para las asociaciones de industriales y comerciantes y para establecimientos de beneficencia.

Bellos ejemplares de palacios comunales fueron edificados en las ciudades flamencas de Bruselas, Amberes y Lovaina; y también en la vecina Holanda, entre los que cabe recordar los de La Haya, Delft y Leyden.