Lo que llegó de la pintura griega hasta nosotros


Antes de alcanzar este realismo, la pintura en Grecia pasó por una serie de cambios que es necesario recordar,

Desgraciadamente, poco ha llegado hasta nosotros; sin embargo, con algunos elementos como los que nos ofrece la cerámica y las referencias que nos legaron los autores clásicos, resulta fácil formarnos una idea de ella. También son de gran valor las excavaciones de ciudades romanas como Pompeya y Herculano, construidas según los cánones griegos.

El elemento de juicio más valioso lo brindan los vasos y ánforas de la época. La perfección de líneas y la armonía de colores llaman la atención, más aún si tenemos en cuenta que quienes los decoraron no fueron grandes artistas sino pintores de segundo o tercer orden.

Los griegos no conocieron toda la rica gama de colores que hoy se usa, pues se limitaron a unos pocos que obtenían con sustancias naturales, minerales o vegetales. Cuatro fueron los fundamentales: el blanco, llamado tierra de Melos; el negro, que obtenían de sustancias vegetales o con marfil quemado; el rojo o tierra de Sinope, y el amarillo u ocre del Ática. Los otros eran el verde y el azul.

Gran parte de la pintura griega primitiva fue mural o simplemente decorativa, aplicada a la cerámica; rara vez pintaron sobre telas o planchas de madera, es decir que no cultivaron lo que hoy llamamos pintara de caballete, por lo menos hasta la época de Zeuxis y Parrasio. Además, sólo por excepción reflejaron paisajes en esta primera etapa, pero aprovecharon, en cambio, las figuras animadas y especialmente las reproducciones humanas.