Realismo y fuerza refleja en sus obrar el arte de los asirios. La construcción de palacios reales


Pueblo belicoso y guerrero por excelencia, el asirio reflejó tal característica, sobre todo en la escultura, que se inspiró casi siempre en sus guerras y batallas, y así reprodujo largas hileras de cautivos que piden inútilmente clemencia al inflexible rey, quien se complace hundiéndoles los ojos o arrancándoles la lengua. Esa caravana de hombres, bellamente esculpidos, con largas barbas y cabellos ensortijados y con los músculos exageradamente marcados hasta parecer desprovistos de piel, para demostrar la fuerza y poderío de un pueblo invencible, en actitud de matar o torturar, constituye un verdadero relato gráfico de su sangrienta historia. Frente a estas escenas alternan otras que reproducen algunas de la vida de palacio, o la llevada al aire libre en frecuentes cacerías, con caballos, leones y cabras salvajes que huyen o luchan, mientras los cazadores se desplazan sobre sus carros guerreros, en las que contrasta el fiel realismo de las actitudes de los animales con la inexpresividad de los rostros humanos.

La arquitectura de los asirios siguió inspirándose en el arte de los caldeos, pero la perfeccionaron, pues aplicaron a sus construcciones grandes bloques de piedra en lugar de ladrillo, con lo que consiguieron darles mayor solidez. La zigurat también sufrió algunas modificaciones, y las escaleras fueron totalmente reemplazadas por una gran rampa lisa, en espiral, que comunicaba los distintos pisos; entre las más notables de la dominación asiría se destaca la consagrada al dios Asur, en Nínive, pero.. la innovación más extraordinaria en materia arquitectónica la ofrecieron los palacios reales, que se convirtieron en verdaderas ciudadelas amuralladas dentro de la ciudad, con su propia zigurat. Entre esos palacios, el que Sargón I hizo levantar en Khorsabad, en el siglo vi antes de Cristo, es un ejemplo insuperable.