Influencia italiana en la escuela flamenca


A comienzos del siglo xvi el arte en los Países Bajos cayó en un período de imitación y reacción entre pintores de segundo plano; entre ellos logró sobresalir Pedro Brueghel (1525-1569), cuya fama es notoria. Pertenecía a una familia de artistas, pero el más importante fue él, a quien llamaron indistintamente Pedro el Viejo o el Pastor Brueghel. En la historia del arte flamenco figura como el padre de la pintura campestre. Pintó varios cuadros muy hermosos y de auténticos valores, tales como Niños en el recreo, en los que nos hace conocer aspectos de la vida y diversiones infantiles en los Países Bajos propias de su siglo. En los lienzos Otoño e Invierno describe con vigor las características de ambas estaciones. Algunos de sus cuadros revistieron carácter humorístico.

En la última parte del mismo siglo seguía produciéndose una constante e ininterrumpida renovación. Muchos artistas flamencos, olvidando sus propias glorias nacionales, juzgaron necesario ir a Italia para buscar nuevos motivos de inspiración.

Comienza así un período de imitaciones que no condice con la esencia de este pueblo, ya que el idealismo y la imaginación de florentinos y venecianos eran extraños al espíritu de Flandes; el resultado de la fusión de ambos estilos fue una superabundancia de cuadros que poco interesaron al arte europeo.

Otra de las causas que contribuyeron a dicho cambio fue el traslado del centro comercial de la vieja ciudad de Brujas a la de Antuerpia, la Amberes actual, que pronto se convirtió en el nuevo centro de actividad comercial y artística a la vez.