SI ME AMAS, DEFIÉNDEME


Arganil, municipio de Portugal fundado por los lusitanos hace más de 2.500 años con el nombre de Aussassia, luce en su escudo un árbol solitario. Tan hermoso emblema tiene su razón de ser en el profundo amor por los árboles que sienten sus habitantes. Ese cariño se manifiesta en la protección que allí se les dispensa. En todos los jardines y paseos públicos de ese municipio, las autoridades han colocado a la vista de las gentes una hermosa y sugestiva “Oración al árbol”, que dice así:

Tú que pasas y levantas contra mí tu brazo:
antes de hacerme mal, mírame bien.
Yo soy el calor de tu hogar en las noches frías del invierno.
Yo soy la sombra amiga que te protege del sol estival.
Mis frutos calman tu hambre y sacian tu sed.
Yo soy la viga que soporta el techo de tu casa,
la tabla de tu mesa, la cama en que descansas.
Soy el mango de tus herramientas, la puerta de tu casa.
Cuando naces, tengo madera para tu cuna;
cuando mueres, en forma de ataúd,
aún te acompaño al seno de la tierra.
Soy pan de bondad y flor de belleza.
Si me amas, defiéndeme de los insensatos.


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