La retirada de Dunquerque


El 14 de mayo de 1940, una desalentadora noticia fue radiada en una transmisión de la B. B. C. de Londres; era un desesperado pedido de auxilio del Almirantazgo y decía, más o menos, lo siguiente: “El Almirantazgo solicita a los propietarios de embarcaciones de recreo, de entre treinta y cien pies de eslora, que le envíen todos los detalles...”

¿Para qué quería el Almirantazgo tantas embarcaciones pequeñas? Se trataba, nada menos, que de hacer posible con ellas la retirada de los ejércitos aliados detenidos por el canal de la Mancha en el puerto de Dunquerque, tras la derrota de Francia por las fuerzas germanas.

Al cruzar los alemanes la frontera de Bélgica, franceses e ingleses se adelantaron para apoyar a este país, pero sus tropas fueron copadas, cortadas las comunicaciones y las divisiones alemanas acorazadas avanzaron sobre Francia, bombardeando y destruyendo los puertos del canal. Los ejércitos aliados; rodeados en Bélgica, procuraron romper el cerco para unirse al grueso de sus tropas, pero, imposibilitados! de hacerlo, optaron, antes que rendirse, por evacuar el continente y refugiarse en Inglaterra. A tal fin los británicos marcharon hacia Dunquerque, uno de los pocos puertos útiles sobre el canal de la Mancha, para intentar embarcarse; en tanto los soldados franceses hacían frente a los ataques de las tropas alemanas para proteger esa retirada.

En embarcaciones de todo tipo: de guerra; de carga, de pesca, de turismo y deportivas, llegadas de Inglaterra, dé Francia y de Holanda, bajo una lluvia infernal de metralla disparada; por la aviación y la artillería alemanas, fue evacuada la mayoría de las ¡tropas en retirada, trescientos treinta y siete mil hombres, en una operación que duró nueve días.


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