EL ORGULLOSO REY DE KAMERA


El rey de los negros de Kamera, región africana, era un hombre orgulloso y sombrío y su gente le temía hasta el punto que se ejecutaban al instante todas sus órdenes y aun se procuraba adivinar sus deseos.

Pero un día, mientras el rey se mostraba orgulloso de tener por criados a todos sus vasallos, un prudente negro, ya muy viejo, llamado Boukabar, se le acercó diciendo:

-Todos los hombres son criados los unos de los otros.

-De este modo, yo soy tu criado, ¿no es esto? -dijo el rey irritado-. Pruebamelo. Oblígame a trabajar para ti, antes de que se ponga el sol y te daré cien vacas. De lo contrario, te haré matar para demostrarte que eres mi siervo.

-Muy bien, esa es una cosa fácil de probar -contestó Boukabar.

Siendo éste ya muy anciano, como hemos dicho, tenía que apoyarse en un bastón al andar, y en el preciso momento en que tomaba su báculo para marcharse, un mendigo se acercó a la puerta.

-Permitidme, señor -dijo Boukabar al rey- que le dé algo de comer a este pobre.

Y tomando con ambas manos la comida que había de ofrecer al indigente, pasó por delante del monarca; pero en aquel preciso momento cayósele el bastón, que se enredó con sus vestidos, haciéndole vacilar.

-Señor -dijo al rey-, hacedme el favor de levantar mi báculo, o rodaré por el suelo.

El rey recogió del suelo el bastón impensadamente, y entonces Boukabar echóse a reír, diciendo:

-¿Lo veis? Todos los hombres son criados los unos de los otros. Yo sirvo al mendigo y vos me servís a mí. Pero yo no necesito las vacas; dádselas a ese pobre.

Así lo hizo el rey, nombrando después a Boukabar su principal consejero. Boukabar le enseñó cómo se gobierna bien a un pueblo.


Pagina anterior: LA POBREZA DE FRANKLIN
Pagina siguiente: VÍAS ANCHAS: LA CÁBALA