El abate Molina

Nació en Talca en 1739, y apenas llegado a la edad de la adolescencia se hizo jesuita. En aquel tiempo la Compañía de Jesús era famosa por sus riquezas y por la influencia que gozaba en América y en Europa, y también por el amor al estudio que animaba a muchos de sus miembros.

El joven Molina se dedicó particularmente, en el retiro del claustro, a la contemplación de las grandes maravillas de la Naturaleza. No era de! número de aquellos seres vulgares que nada saben ver en una planta o en un insecto. Quiso conocer las producciones de su país y describirlas en un libro, para que fuesen divulgadas.

Mientras estaba dedicado a estos trabajos, y cuando sólo tenía treinta años, tuvo que salir de Chile. El rey de España había decidido expulsar de sus estados a todos los jesuitas, porque, en su concepto, se habían hecho demasiado ricos y poderosos y podían dañar su autoridad.

Molina pasó con sus compañeros de destierro a Italia, donde el Papa les había ofrecido un asilo. Allí continuó sus estudios sobre Historia Natural, aunque sin tener a la vista los animales y las plantas de su patria.

Este inmenso obstáculo no lo arredró, y, guiado únicamente por su poderosa memoria, escribió en 1776 un compendio de Historia Geográfica, Natural y Civil de Chile.

Las descripciones que hace Molina de los productos naturales de Chile no siempre son exactas, porque, como hemos dicho, no tenía otro documento que sus recuerdos y, en muchos casos, sólo conocía de oídas el animal o planta descritos.

El abate Molina murió en Italia, a los noventa y dos años de edad, sin haber tenido el consuelo de volver a su país. Sus compatriotas le han erigido una estatua en Santiago.