Don Manuel Montt y Don Antonio Vargas, dos auténticos próceres civiles

He aquí los nombres de dos grandes hombres que, unidos al través de una larga vida por estrecha amistad, ejercieron sobre su país una gran influencia, fundada en el talento, en la ciencia y la honradez.

Don Manuel Montt, que era ocho años mayor que don Antonio Varas, pertenecía a una familia antigua y distinguida, pero su padre, arruinado por la guerra de la Independencia, vivió desconocido y sin recursos en un oscuro rincón de la provincia de Aconcagua, la aldea de Petorca. Aún se conserva, para veneración de la juventud, la pobre casa en que nació el futuro presidente de Chile.

A costa de grandes sacrificios, el joven Montt fue enviado por su padre a Santiago, donde el estudiante tuvo que luchar trabajosamente por la vida al tiempo que se educaba. Su talento y su laboriosidad llamaron la atención de sus maestros, que lo hicieron nombrar inspector, primero, y profesor enseguida, del Instituto Nacional.

El ilustre ministro don Diego Portales, que gobernaba entonces la República, llevó a Montt a las oficinas del Ministerio, donde ascendió pronto al primer puesto, que era entonces el de oficial mayor. Poco tiempo después estalló el motín militar de Quillota, que tuvo por consecuencia el asesinato del ministro. Estos acontecimientos causaron en Santiago un terror inmenso, y el gobierno no sabía qué medidas tomar. Don Manuel Montt conservó en ese momento difícil toda su serenidad, y gracias a su talento y energía pudo salvarse la situación.

Poco tiempo después de estos acontecimientos, el señor Montt fue nombrado ministro del Interior, que es el puesto más importante del gobierno de Chile, después del de Presidente.

Don Manuel Montt, a medida que iba subiendo en honores y consideraciones, protegía a otro joven, pobre y desvalido como él fuera, a quien había conocido en el Instituto Nacional. Este joven era don Antonio Varas.

Durante la presidencia del general Bulnes, Montt y Varas fueron sus principales ministros, y los grandes trabajos que ambos emprendieron en beneficio del país los impusieron pronto al respeto y a la consideración de los chilenos.

Como todos los gobernantes, tuvieron enemigos mientras vivieron, pero hoy nadie es bastante injusto para desconocer los grandes méritos de esos hombres, que todo lo debieron a sus propios esfuerzos y no trabajaron sino para el bien nacional.

Concluido el gobierno de Bulnes, don Manuel Montt fue elegido para sucederle como presidente de la República. En compañía de don Antonio Varas, que fue su ministro casi todo el tiempo de su presidencia, que duró diez años, continuó sirviendo al país con el mismo empeño que antes.

Los nombres de Montt y Varas no serán jamás olvidados por los chilenos. Ellos son también un alto ejemplo del poder del talento y del trabajo. Esos hombres, que surgieron poco menos que de la nada, llegaron a serlo todo en su patria.