El Salvador


Es el más pequeño de los países centroamericanos y el más denso en población. Su área es apenas de casi 35.000 kilómetros cuadrados y su población de 2.300.000 habitantes. Esta circunstancia ha hecho del pueblo salvadoreño el más industrioso, condición que corre pareja con su energía moral expresada en las luchas por la independencia, primero, y por sus libertades políticas, después.

Su suelo es rico en minas de oro, plata, carbón, cobre, mercurio, cinc y hierro, todas en activa explotación. La mayor parte de estos minerales se exporta en bruto o semitransformados. Su riqueza forestal, debido a la cortedad de su extensión, es menor que la de las repúblicas hermanas, pero en recompensa tiene una riqueza creada por su laboriosidad, es decir, agrícola e industrial, ésta especialmente, que supera a la de aquéllas. En efecto, la recolección del café se aproxima a un millón y medio de quintales. Sigue el algodón en volumen de producción, que alimenta los millares de telares individuales y las grandes fábricas textiles, y luego el maíz, la caña de azúcar, fréjol, arroz, tabaco, cacao, henequén, etc. La Hidroeléctrica del río Lempa contribuye de manera formidable al desarrollo económico del pequeño país. Las industrias son numerosas y del mismo género que todas las de Centroamérica. Comprenden la producción de telas, jabones, aceites, productos alimenticios, jarcias, sombreros, cemento, bebidas alcohólicas, harina, azúcar, artículos de cuero y de hule, zapatos, muebles y muchos productos más.

El territorio salvadoreño está cruzado por una red de carreteras asfaltadas, y por una línea férrea que enlaza con la de Guatemala y que corre longitudinalmente de occidente a oriente, con un ramal hacia el puerto de Acajutla. Un convenio celebrado con Guatemala le facilita la exportación del café por Puerto Barrios, que viene a ser así su puerto de salida en el Atlántico.