Cómo el inca Garcilaso de la Vega nos ha narrado la historia del Perú incaico


Durante el transcurso de la década en la que Francisco Pizarro conquistaba al Perú, nació en el Cuzco Garcilaso de la Vega, a quien sus contemporáneos y la posteridad llamarían el Inca. Por línea materna descendía de uno de los soberanos del Tahuantinsuyo, Huayna Cápac. Su padre fue un soldado español.

Durante su juventud escuchó de labios de su madre y de los parientes de ella, anécdotas e historias de la familia real incaica, que luego le servirían de base y fuente de información para su obra capital, los famosos Comentarios Reales, que tratan del origen de los incas, leyes, gobierno, vida y conquistas, y de todo lo que fue aquel imperio antes de que los españoles irrumpieran en él.

Más tarde pasó a España, a la que sirvió con su espada a las órdenes de don Juan de Austria. Empero, en medio de sus diversas ocupaciones y viajes, su pasión fue siempre la del escritor, y más aun la del literato. En el curso de su vida tuvo oportunidad de ver mucho mundo, y como su educación fue esmerada, halló pronto la senda del bien decir. Uno de los más exigentes críticos literarios españoles, don Marcelino Menéndez y Pelayo, lo ha llamado el mayor nombre de la literatura americana colonial en la prosa. Sin embargo, como historiador de los incas no se lo ha elogiado tanto, pues se ha dado a su obra el calificativo de novelesca. Él mismo advierte al lector que lo que va a narrar es aquello que oyera de labios de sus deudos, allá en los años de su juventud en el Cuzco.

Aunque residió la mayor parte de su vida en España, adonde se trasladó a poco de contar veinticinco años, el inca Garcilaso, por la índole de su obra, es considerado exponente de la literatura americana colonial, y en cuanto al Perú, no hay duda de que ocupa en su catálogo de hombres prominentes un destacado y merecido sitio.