Las vicisitudes de la revolución argentina hasta la declaración de la independencia


Dos problemas fundamentales debió afrontar el gobierno surgido de los sucesos de Mayo de.1810: reprimir el levantamiento de los grupos realistas, adictos al depuesto virrey, y limar asperezas cor. los grandes centros de población del interior del país que negaban a Buenos Aires la facultad de dirigir por sí sola la administración política de las provincias del Río de la Plata, y aspiraban a participar en el gobierno.

La reacción más importante, visto el prestigio de quien la encabezaba, se registró en Córdoba, donde el cx-virrey don Santiago de Liniers preparaba una expedición para oponerse a la junta de Buenos Aires; ésta despachó un contingente represivo, y la intentona concluyó con la ejecución de Liniers y otros cuatro conjurados. La expedición continuó su marcha hacia el norte del virreinato, en procura del Alto Perú, territorio que dominaban los realistas. La batalla de Sui-pacha, a fines de 1810, despejó el camino de la revolución; las armas de la patria fueron exaltadas por el entusiasmo de la población, y las cuatro intendencias del Alto Perú se pronunciaron por la obediencia a la Junta porteña. Empero, el desastre sufrido poco después, el 20 de junio de 1811, en Huaqui, significó un rudo golpe, ya que en él tuvo origen la pérdida de ese territorio, nunca más recuperado para el conglomerado de las provincias rioplatenses, y en el que se erigiría, años más adelante, el actual Estado boliviano.

No corrió mejor suerte, desde el punto de vista de la conservación de la integridad territorial del antiguo virreinato, la expedición libertadora que marchó a Paraguay bajo el comando del general Manuel Belgrano; el ejército de Buenos Aires alcanzó la victoria en algunos combates, y logró acercarse a Asunción, pero la jornada decisiva concluyó con la retirada de las fuerzas de Belgrano. el que pactó un armisticio, urgido por la aplastante superioridad numérica de sus contrarios.

Poco después el pueblo paraguayo deponía al gobernador Velasco y se daba una Junta de Gobierno inspirada en los mismos principios que habían triunfado en Buenos Aires el 25 de mayo de 1810; a la postre, organizaríase como Estado soberano.

También en la Banda Oriental del Uruguay se alzó un foco de resistencia realista; la empresa de sofocarlo se prolongó durante casi un lustro, y dio origen a una serie de complicaciones en las que intervinieron poderes extraños a Buenos Aires y a España, tales como la corte lusitana y luego la fluminense, sin contar el pujante movimiento federalista acaudillado por Artigas. En definitiva, también I ese territorio se segregaría del conglomerado constitutivo del antiguo virreinato del Río de la Plata, y formaría la actual República Orientar del Uruguay.