La evolución de sus recursos ha convertido a Argentina en un país industrial


Este notable desarrollo ferroviario, así como el de los transportes en general, ha sido estimulado por las condiciones topográficas del país, que por una parte ofrece extensas llanuras que permanecerían incultas sin medios adecuados de comunicación, y por otra, altas cordilleras y selvas que lo aislarían del resto del continente y lo obligarían a buscar sus puntos de contacto en ultramar.

Tal fenómeno se observa en Argentina. En un tiempo la ganadería no podía constituir una fuente de riqueza por hallarse el ganado cimarrón en las pampas; sin embargo, la civilización lo ha transformado todo, a tal punto que la industria pecuaria es hoy la industria por excelencia. Al presente, desde lo más recóndito del país vienen al litoral, rumbo al extranjero, el ganado vacuno, lanar, caballar, cabrío, porcino, etc., y sus productos anexos, carne (fresca y tasajo), cueros y leche. Argentina posee más de 45 millones de vacunos, 55 millones de lanares, 8 millones de caballos, 6 millones de cabras, 4 millones de cerdos y más de medio millón de mulos y asnos. Sus granjas y chacras crían más de 50 millones de gallinas, 6 millones de palomas, 2 millones de pavos, 2 millones de patos y más de medio millón de gansos. A esta enorme riqueza hay que sumarle la que rinden los productos secundarios de su explotación: carnes, lanas, cerdas, cueros, leche, manteca, caseína, quesos , leche en polvo y condensada, huevos, plumas, sebo.

Del territorio de la República Argentina, sólo un 10 % se halla bajo cultivo; el 41 % está ocupado por praderas naturales y artificiales, y el 32 % por bosques y selvas, mientras que el 17 fe restante está inculto.

La pampa enorme, por donde corrían los gauchos libres y pastaba el ganado indómito, se ha convertido en región agrícola. De ella salen también, gracias a las facilidades del transporte, los vinos que han hecho florecer ciudades como Mendoza, los productos forestales, el azúcar de caña y de remolacha, el tabaco, trigo, maíz, lino, avena, centeno, cebada, girasol, papas, arroz, yerba mate, té, alfalfa, algodón, hortalizas, frutas, aceitunas.

Algunos de estos productos se utilizan en el interior como materias primas, de suerte que salen posteriormente para la exportación en forma de artículos manufacturados. En consecuencia, Argentina es ya un país fuertemente industrial que cuenta con grandes centros, como Buenos Aires, Córdoba, Rosario, Tucumán, Avellaneda, en los que hay fábricas de hilados, tejidos, bebidas, cigarrillos, papel y plásticos; molinos de harinas y aceites, industrias químicas eléctricas, alimentarias, que emplean miles de trabajadores, que contribuyen con su esfuerzo al bienestar del país.

La minería se halla un poco descuidada en Argentina; solamente un 4 % de la producción total del país corresponde a este renglón, en el que se destaca netamente el petróleo, con una producción de más de 30 millones de barriles anuales. Argentina posee además yacimientos de carbón, hierro, oro, volframio, plomo, estaño, cinc, cal, mármol, mica, yeso, etcétera.

El comercio argentino, junto con el de Brasil, es el más importante de las Américas, exceptuando el de Estados Unidos y Canadá. El país tiene magníficos puertos como los de Buenos Aires, Rosario, Santa Fe, Necochea y Bahía Blanca, por donde exporta a todas partes del mundo el enorme excedente anual de carne, lana, cueros, cereales y linaza procedente de su fértil suelo, así como productos accesorios. Europa, particularmente Gran Bretaña, importa gran cantidad de sus carnes de vaca y de carnero, heladas o congeladas, a las que se estima por su excelente calidad.

Brasil, su vecino, surte sus molinos con trigo argentino, y su población consume mucha harina de la misma procedencia. Al mismo tiempo, la gran república hermana del Norte, Estados Unidos de América, ha sido por largo tiempo importador de cereales v carnes argentinos.