El temple argentino: descripción del delta del Paraná y del río más ancho del mundo


El río de la Plata no es muy largo, pero es sumamente ancho al confundirse con el océano. Frente a Buenos Aires tiene poco menos de cuarenta y cinco kilómetros de orilla o orilla, de suerte que desde los rascacielos de la capital argentina se divisa, en los días despejados, la costa de la Banda Oriental, como se llama a Uruguay. El nacimiento de aquel río coincide con el término del Paraná, que finaliza en un delta gigantesco. Es éste uno de los lugares más pintorescos de Argentina, y un famoso escritor rioplatense, Marcos Sastre, lo describió con amor y erudición en un libro que se hizo clásico en la literatura americana: El Tempe Argentino.

Mil riachos cobijados por la graciosa cúpula que tienden sauces, palmeras y laureles, tejen un laberinto inagotable de islas y canales. Al delta se va desde Buenos Aires en unos minutos de tren; embarcándose luego en el puerto de San Fernando, o a orillas del río Lujan, en Tigre, es posible realizar un paseo inolvidable, recorriendo los brazos navegables, donde se podrá ver un enjambre de barcos que conducen pasajeros, alegres caravanas de gente joven y bullanguera que ha venido desde la gran urbe a pasar el feriado en este saludable regalo de la Naturaleza, o bien a las lentas barcazas que transportan los productos propios de esas islas: maderas y frutas.