Qué es lo que el hombre ha hecho con los electrones


J. J. Thomson llamó electrón a la nueva partícula descubierta. Se inició con esto el estudio de un nuevo y maravilloso universo: el del átomo. ¡Desde el descubrimiento de Thomson hasta la fabricación de la bomba atómica transcurrieron solamente 48 años! ¡En menos de medio siglo, el hombre no sólo alcanzó a conocer todo lo que se refiere a ese invisible universo, sino que también pudo utilizar las inmensas energías que en él se encierran! Sin embargo, no nos referiremos aquí a lo que el hombre ha hecho con el átomo. Nos interesa ahora el electrón, mucho más pequeño que el átomo, y que sin embargo también ha sido utilizado en forma poco menos que mágica.

El estudio y la utilización de los electrones constituyen de por sí toda una rama de la física, que se llama electrónica. Es la ciencia del electrón, partícula diminuta y completamente invisible, base de toda la materia. Todo, absolutamente todo lo que constituye el mundo que nos rodea, está formado por electrones. Desde un simple lápiz hasta el Sol.

¿Y qué es lo que el hombre ha podido hacer con algo tan inasible, tan pequeño, que se necesitan millones y millones de electrones para llenar un milímetro?

Se necesitarían cientos de páginas, un libro entero, para describir en detalle todas las maravillas de la electrónica. Ellas han cambiado la faz de nuestro mundo cotidiano.

Enumeremos, por ejemplo, algunas de sus múltiples aplicaciones en la industria:

Esterilización de alimentos.
Dispositivos para atraque de barcos.
Descubrimiento de partículas extrañas.
Control de iluminación.
Amplificación de sonidos.
Interruptores automáticos.
Termómetros electrónicos.
Reguladores de temperatura para hornos.
Protección contra asaltos.
Medición de colores.
Exploraciones mineras.

Gracias a la electrónica es posible contar las estrellas del cielo; dispositivos electrónicos especiales guían a los aviones sin necesidad de pilotos.

Debemos también a la electrónica el invento de un nuevo tipo de microscopio, completamente diferente a los hasta ahora conocidos.

Su poder de aumento es muchísimo mayor que el de los microscopios ópticos. Con él se puede obtener la fotografía de la tráquea de una larva de mosquito aumentada cien mil veces; se ha fotografiado el virus de la gripe; con él se ha podido descubrir la naturaleza del virus del tabaco, y es, sin duda alguna, un instrumento indispensable para el físico, el químico, el médico y el ingeniero.